Sobre la Unidad

Tenemos una vida extraordinaria siempre y cuando, la situemos en el buen camino y para ello disponemos de un tiempo casi infinito. Para ayudarnos a comenzar desde el principio, contamos con un presente y un nuevo intento por el que podamos alcanzar todo lo imaginable que hemos soñado. La Naturaleza entera nos espera en el silencio y nos permite seguir en nuestra propia libertad, con la buena herramienta del libre albedrio.

Sin embargo, a pesar de toda su desapegada ayuda, lo que sobresale de nuestro comportamiento diario es nuestro desapego hacia ella, la que sin embargo y a pesar de nuestra renuncia a colaborar con ella, esta misma nos acompaña noche y día, en lo bueno y en lo malo, en nuestros avances y en nuestras caídas, siempre estando muy cerca como si de una buena madre se tratase.

Es una verdadera pena, que el ser humano como un nacido para el Cielo, que lo es según la Religión, como el más idóneo y elegido para la convivencia en Libertad según la Política, como el mejor candidato para comprenderse a sí mismo en toda su totalidad, según la Sabiduría que anida en su Espíritu, en cambio nos aparezca, un ente totalmente obtuso y un torpe candidato que acaba, como no, siendo como el esclavo de sí mismo y de todo su entorno, en su triste y agitado paso sobre la Tierra.

Salvo pocas excepciones, este es el presente y el general panorama en el que nos vemos cada día, el mismo escenario que nos espera al común de las personas que habitamos sobre este Bello Planeta Verde.

“Pobre humanidad que tiene mojadas, entumecidas y casi rotas las alas por causa de estos difíciles tiempos, tiempos de reflexión y de duras pruebas para el alma humana, pero mucho ánimo querido lector, que para eso están los obstáculos, para superarlos”. ¿Dónde está el problema?

Algunos dirán que no es para tanto, porque este Siglo supera a casi todos los anteriores, pues los modernos avances tecnológicos a los que hemos llegado nos permiten una cierta y mejor posición que los tiempos pasados. Por esta posición del avance en la Ciencia, es muy posible que estemos mejor que antes en muchos de los aspectos, pero el problema principal sigue sin resolverse, pues se echa de menos una falta de cierta armonía y de una verdadera unidad entre todos nosotros, pues hoy el hombre se encuentra mucho más alejado que nunca de la verdadera Unidad, pues al tener más cosas modernas y fabricadas por el en sus manos, se le escapa la verdadera función por la que de verdad ha vuelto de nuevo a la Tierra, que es la de siempre, la de poder alcanzarse y hacerla como suya por fin, la Eterna Ciencia del «Conocimiento de Si Mismo», pues no hay que olvidarnos de  algunas máximas Universales , como la que nos dice «El hombre es la llave de Todas las cosas» la misma que se trata de una verdadera ayuda filosófica, que fue escrita en el pasado por uno de nosotros.

¿Cómo comenzar esta aventura? Indaguemos juntos, para ver si es de verdad que nos sea posible encontrar en este manuscrito, alguna que otra ayuda o un punto de encuentro, donde “unifiquemos” juntos, si es posible, nuestras humildes ideas particulares. Querido lector animo pues y gracias por leerme.

Salgamos de nuestros pequeños pensamientos temporales y que por lo mismo tienen algo de egoístas al estar de paso por nuestra mentalidad, y busquemos ahora lo que es atemporal y más duradero en el mundo de las ideas, preguntándonos del porqué y el para que, de las aparentes diversidades en las acciones y situaciones humanas con las que tropezamos, con sus variados y evidentes resultados. Analicemos lo que dicen los escritos milenarios sobre lo que es de verdad «el hombre, nuestro pan de cada día».

¿Por qué tenemos una mente de deseos tan insaciables? ¿Para qué tantos infortunios y querellas entre nosotros?

Bien es cierto que mediante una abierta observación sincera de nuestro entorno, en el que andamos muy desunidos, como muy separados los unos de los otros, en la que apenas saludamos a los vecinos del moderno edificio donde tenemos residencia, en el que apenas colaboramos con las labores de ayuda humanitaria cuando algún voluntario nos la pide, acomodándonos cada día más en nuestra fabricada y moderna teoría política de la siempre llamada «sociedad del bienestar», en la que si se observa bien, sus resultados más evidentes son el aumento de egoísmos propios y de una exclusividad latente y especial de ciertas clases y de zonas, no aceptando las naturales desigualdades. Sin ánimo de pesimismo esto anterior nos salta a la vista por doquier.

¿Por qué toda esta desunión? La filosofía de Oriente viene a nuestro auxilio y nos enseña que es «la mente de deseos» o Kama manas, que al ser dual tiende a dividirse y a protegerse por su polaridad, con la perspectiva de una constante lucha entre el bien el mal, el gusto y el disgusto, el placer y el dolor, etc. de modo que, como todo en la Naturaleza, constituyen y son en nosotros las propias diversidades y de los egos diferentes en todas las personas.

Evidentemente esto es así, porque nada más prestemos una recta atención en ello, podemos observar los muchos «modos» que tenemos de «ver y de sentir la vida», donde cada uno de nosotros pretende ser el único y sobre todo el mejor, y esto es a «groso modo» el tan nombrado “sentido de la separatividad»  un sentido muy egoísta que nos tiene en un “jaque perpetuo” al hermano contra el hermano y con el prójimo, con aquel que nos cruzamos tan a menudo en los trenes y en las carreteras del mismo medio natural en el que nos movemos.

Pero ánimo lector, pues también de las mismas escrituras, nos viene la “sublime nota” de que el hombre tiene una parte de inegoismo o de una chispa con una cierta parte de «mente universal “– que denominan manas – la misma que es capaz y se pone en buena sintonía con la generalidad de las ideas universales. Ideas que son de amistad con los demás, de unidad con el entorno social, pues anhelamos el Universo de la Paz, del Amor y de la Belleza, ese lugar soñado e imaginado, que, en el fondo, todos lo sentimos en nuestro corazón.

Ese lugar de la mente pura es el espacio donde surgen las preguntas que os muestro más abajo, las mismas preguntas que nos permitirán, tarde o temprano salir de nuestra pequeñez y de secar las alas mojadas, que a falta de esperanzas por ver un mundo mejor y más justo no terminamos de volar.

Las herramientas que encontraremos son las dos alas regaladas por la Divinidad, que son el Conocimiento y la propia Caridad que nos permite llevarnos volando a la Ciudad Hermana, la Ciudad Alta de las Once puertas, el verdadero origen del Ser Humano.

Observo entonces cada día que esta «inteligencia de Unión y de Paz” está apenas sin utilizar por nosotros y que, si bien en general todos la buscamos y hablamos de ella algunas veces, a través de los diversos medios disponibles a nuestro alcance, lecturas, reuniones, ejercicios, etc. se nos alejan cada vez más su verdadero alcance, por las muchas maneras, muy diversas y variadas formas de llegar a entendernos entre nosotros.

Se observa que todos buscamos la Igualdad, pero en este caso no dirigimos muy bien nuestro noble propósito, cuando pretendemos unirnos en lo cotidiano y pasajero de las necesidades y la supervivencia diaria, pero no lo logramos. Esta es una equivocada aventura, pues en el mundo de Kama o de los deseos, en donde generalmente andamos todo el día, no se encuentra la verdadera Unidad, pues estos sentimientos y pensamientos de este plano cotidiano son muy diversos para su cometido natural, pero no para el verdadero encuentro.

La diversidad no es mala en sí misma, tan solo es negativa cuando busca apartarse de lo que es propio de ello, la búsqueda de la Verdad y de su esencia, que es la Libertad de conocernos bien a nosotros mismos en toda su integridad.

La propia investigación en la diversidad de la Naturaleza nos muestra que existe toda una Jerarquía de valores y de la existencia de un Orden Natural, por lo tanto, existen igualdades, así como también hay desigualdades, como una cosa muy natural de donde nos surgen las preguntas siguientes.

¿Por qué hay tanto sufrimiento en el mundo?

¿Por qué existe tanta injusticia?

¿Cuál es el propósito de la vida?

¿Existe vida después de la muerte?

¿Tenemos libre albedrío o somos marionetas del destino?

¿Somos responsables de nuestros actos, recogeremos lo que sembramos?

¿Es este un Universo fortuito, gobernado por fuerzas ciegas y sin ningún sentido o existe un plan detrás de él?

Podemos añadir aún más preguntas, pero las que verdaderamente nos sirven, son aquellas que tienen en su centro un pensamiento algo más universal o manásico que, según la filosofía atemporal de los pueblos antiguos es la única llave que ha logrado sumar en todos los puntos de una mejor unión posible de humanidad, que han logrado sobrevivir y llegar a un buen puerto. Estas eternas enseñanzas que nos han legado están presentes hoy en las Escrituras que, a pesar del tiempo trascurrido desde entonces, gracias a Dios se encuentran todavía a nuestro alcance.

Conclusiones a las que he llegado.

La humanidad es como la Ciudad de las puertas de Oro, donde deben primar los buenos mandamientos sobre los egoísmos de separatividad, pues es verdad de que todos buscamos lo mismo, la Unidad de lo Uno. Todos buscamos la misma puerta de la Inmortalidad y del descanso final, pues quien ya ha vivido mucho, ha constatado en su propia carne que estamos tan solo de paso y que, al vivenciar este sentimiento, el alma vieja ya quiere por fin descansar en el tan buscado y deseado canto del por fin ya el “Descanso en Dios”

La Unidad es la suma de Todo y su resultado final, es el descanso definitivo de todas nuestras búsquedas y de caminos transitados, la meta final que nos reúne a todos a pesar de nuestras grandes diversidades y diferencias teológicas o científicas en una misma Paz y en la Serenidad de un Buen Futuro.

La Unidad es el encuentro en nosotros con el verdadero actor de la obra, que se pregunta: «Ser o no Ser, esta es la cuestión» la pieza primordial en esta trágica comedia de la vida misma, en la que vivimos en el mundo, donde como en un teatro se celebra la función con el papel propio y personal que cada uno se ha elegido para triunfar.

El verdadero actor no necesita de los aplausos del mundo, pero sí que necesita de la ayuda de cámara que le dice en que tiempo y lugar se debe poner a realizar su obra. Este ayudante es y ha sido siempre nuestro Ángel de la Guarda, que siempre está a nuestro lado como un buen hermano y guía, este Ángel según lo han entendido nuestros antepasados, es nuestro verdadero Espíritu Inmortal.



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